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El horreum publicum de Astorga, mal llamado Ergástula

por Ignacio Fidalgo Piensos


 

Un documentado artículo de Martín Martínez publicado en EL FARO ASTORGANO (17/1/97), me anima a escribir sobre un tema del que desde hace tiempo me habría gustado aportar mi opinión.

Martín Martínez hace un historial de los usos que ha tenido la edificación conocida en Astorga como Ergástula. Nada que objetar sobre los datos de época documental. No coincidimos con él en las afirmaciones que hace con base a criterios manejados por arqueólogos o personas que han buceado en el origen romano del edificio.

Afirma: demostrado, esperemos que definitivamente, que es un criptopórtico, la costumbre seguir  nominándola como Ergástula, destino que cumpliera cierto tiempo, y por tanto este nombre puede ser aceptado sin repugnancia.

Más adelante, la capacidad de análisis de Martín Martínez le hace observar: Si don Matías nos asegura que la Ergástula estaba absolutamente cerrada por ambos extremos, ¿se puede asegurar con absoluta rotundidad que esto fuera un criptopórtico?.

En efecto, Martín Martínez ha deducido con la lógica de la razón algo tan evidente que no necesita más comentario. Pero vamos a analizar el tema, aunque condicionado por la brevedad de un artículo periodístico.

No era un criptopórtico

Desconocemos quién puede haber sido el que con aval de especialista haya dictaminado se trata de un criptopórtico. Si equivocada era la creencia de tratarse de una ergástula, al menos su similitud a un lóbrego calabozo podía dejar que la imaginación navegara en esos derroteros, favorecidos por el hecho de que en su piso superior hubiera existido la "cárcel", dando lugar a nominaciones como "calle de la cárcel".

No comprendemos que un pretendido especialista confunda esta edificación con un criptopórtico, tan distinto en todos sus detalles. En esa nivelación habría sido absurdo hacer otra cosa que un pórtico normal, más o menos defendido de las inclemencias del tiempo. Se sabe con precisión cómo eran los pórticos romanos. Incluso cuando por diferentes necesidades debían construir un pórtico en cripta lo dotaban de muy buena ventilación, luz y accesos. Decir que estamos ante un criptopórtico cerrado por sus cuatro lados, con unas paredes de fortín imperecedero, es tan irrisorio que no entendemos cómo los astorganos han aceptado esa teoría, ante la que el propio Martín Martínez no puede evitar, con humildad, pero con sentido común, su incredulidad.

Descartado, sin más análisis porque no merece la pena hacerlo, el uso de criptopórtico, nos queda la posibilidad de ergástula.

 

Tampoco era una ergástula

Los muchos relatos latinos en los que se habla de lóbregas prisiones, casi siempre se alude a la presencia de ventanas enrejadas, por donde entraba la ventilación mínima necesaria. Una ergástula, en la que se hacinaban gran cantidad de esclavos, de los que se desprendían fatales olores, y que a su vez originaban excrementos y deposiciones, sin ventilación, habría sido un foco de epidemias tan desolador, que los romanos, pragmáticos en todo, no consentían. Cárcel lóbrega, sí, segura, también; pero ventilada, para que al menos un mínimo de higiene evitase lo peor.

Las dimensiones de ese espacio, y su construcción alargada de Sur a Norte tampoco se dan en las ergástulas romanas, diseñadas para un fácil control carcelario.

No creo que en las paredes encuentren el más mínimo rastro de enganches para sujetar cadenas, o canalizaciones para unas elementales y rústicas letrinas.

Por estas y otras argumentaciones que podríamos añadir se puede afirmar que no fue ergástula.

 

¿Cuál fue su uso y destino?

Astorga tiene suerte de conservar uno de los pocos horreum publicum que han permanecido a través de los tiempos. Tenemos noticia de muy pocos en toda la geografía del Imperio. Uno hay en Roma, de características similares al de Astorga, y con orgullo se cita como joya del pasado.

¿Qué era el horreum publicum?

En castellano tenemos tres formas de nominarlo. Del  árabe nos viene el nombre de alhóndiga, edificio destinado para vender el trigo. Más ajustado es el de pósito, la casa en que se guarda la cantidad de trigo que en algunos pueblos se tiene de repuesto o prevención. Otra nominación es la de silo, y curiosamente el diccionario lo define como: Lugar subterráneo o enjuto donde se guarda el trigo u otros granos o semillas. Cualquier lugar subterráneo, profundo y obscuro.

Los romanos llamaban horreum al granero, panera, almacén y despensa. El horrearius era el que cuidaba de un granero o panera. Y horreaticus hacía alusión a lo almacenado, puesto en almacén o granero.

Cualquiera de estas palabras se vinculaba con horroris que significaba oscuridad, tinieblas, frío.

Cuando el horreum no era de uso privado, sino propiedad de la Administración Pública, recibía el nombre de horreum publicum.

Sabemos la importancia que para Roma tenía el aprovisionamiento de grano. No se iniciaba una campaña bélica si antes no habían recibido las legiones las consiguientes reservas de trigo. Era tan vital para la economía romana el abastecimiento del trigo, como hoy puede ser en nuestra sociedad motorizada el suministro de carburantes.

Se hacía preciso guardar la cosecha con todas las garantías de seguridad. Seguridad contra posibles incendios, contra filtración de humedades, contra roedores, incluso contra gorgojos y demás bichos dañinos (advierte Paladio, en Tratado de Agricultura).

Hay pocas referencias a la técnica de construcción de los hórreos. Vitrubio nada dice. El más narrativo es Paladio, que cita alguna opinión de Columela. Una de las advertencias de Paladio es que está orientado igual que las bodegas del vino, es decir al norte, pero en este caso, un poco más elevado y lejos de toda humedad, estercoleros y establos; fresco, ventilado (se refiere a su exterior), y seco. Hay que atender con todo cuidado a su construcción para que no se resquebraje en grietas...

El horreum no necesitaba ventanas, ni evacuación de letrinas, ni ventilación interior. La trascendencia de la mercancía que guardaba, aconsejaba tenerlo en lugar céntrico, bien vigilado y de cómodo acceso.

La condición de Astorga como capital del Convento Jurídico, y su posición estratégica para posibles campañas militares, aconsejó dotarla de un amplísimo horreum publicum capaz de abastecer de grano en cualquier momento a quien lo demandase.

Lamentamos que nuestra opinión no aporte alimento a la fantasía de quienes han imaginado los suspiros de los esclavos encarcelados, o los requiebros de los paseantes del criptopórtico. Fue otro tipo de alimento el que dio esa estancia. El alimento del pan de cada da, la certeza y la seguridad de tener alejado el fantasma del hambre. La evidencia del poder de una Administración que controlaba todos los resortes de la economía.

Astorga puede estar contenta de conservar uno de los rarísimos horreum publicum que quedan. Diciendo la verdad de su origen, enaltece su historia.

 

Ignacio Fidalgo Piensos

(Director del Museo Histórico de la Pizarra)

Publicado en El Faro Astorgano en 1.997