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Piedras y Bronces. Hombres y nombres

La buena Ruta Romana

por Martín Martínez


Con nombres que podían ser astures como los de Lyda o Pintaius, esclava una y guerrero el otro; con nombres romanos que van desde César a Carisio y Plinio; o el tardo-romano de aquel testigo presencial que fue Idacio, el obispo de Chaves, quien se encontraba en Astorga cuando el fatídico paso de los bárbaros por nuestra tierra.

Hombres y nombres que escribieron la historia de Astorga en aquellos tempranos siglos de nuestra Era. Piedras y bronces que ahora están surgiendo a la luz con las excavaciones arqueológicas y proporcionan una fuente inagotable para el estudio de la ciudad, de su Historia, de su Cultura, de sus gentes, de su vida.

Buena idea ha sido poner en marcha la Ruta Romana, una buena ruta que puede ser el revulsivo turístico a poco que se le ayude. La prueba la hemos tenido en estos meses veraniegos con más de tres mil personas que se han interesado por hacer el recorrido y buscar en los diferentes yacimientos las huellas de un pasado con sus miserias y sus grandezas. Son las huellas que los diferentes pueblos (especialmente el romano) han dejado marcadas, indeleblemente, y que ahora, a nosotros, nos ha tocado sacar a la luz.

La buena Ruta Romana que se inicia en ese foso campamental, embrión de lo que nació en el espigón elevado, lugar estratégico buscado para resguardo de los enemigos. Empalizadas y fosos guerreros para buscar, después, el reposo del guerrero y el solaz en las termas (mayores y menores) símbolo, santo y seña del nivel de vida alcanzado por nuestros antecesores; más palpable, si cabe en la domus del Parque Arqueológico, en la que el lujo de los mosaicos, la calefacción individual y las grandes estancias nos hablan, junto con la casa del Greco de un refinamiento mediterráneo trasplantado al duro clima continental.

Criptopóritco o Ergástula que más da. Lo decía Castrillo Soto que bueno es mantener leyendas y mitos aún a sabiendas de que no lo son; con ello se embebe el espíritu aunque teniendo siempre en cuenta la grandeza que pudo haber en ese Foro que poco a poco los arqueólogos nos van delimitando.

En la puerta romana nos dejamos la memoria de aquellas huestes que abandonarían el recinto murado para buscar, en las brañas, a los indómitos astures, mientras en el sótano del Palacio la piedra romana se hace palabra en forma de cipos funerarios o conmemorativos como esa primera cita escrita de Bedunia.

Esa buena ruta, la Ruta Romana, hay que completarla. Falta la visita, tal vez la más atractiva y misteriosa, de las cloacas. Porque Astorga ha de prepararse ante un futuro incierto; el turismo puede ser, debe ser el clavo al que hay que agarrarse el día que la autovía sea una realidad. Para entonces los turistas visitantes han de tener muy claro que Astorga es punto de fijo, de parada y fonda y no de paso. Si no somos capaces de lograr eso, las vacas flacas, serán más escuálidas. Los reclamos en las grandes vías, la publicidad bien orientada, una ciudad habitable, apta para el paseo y la tertulia, una gastronomía cuidada y un trato exquisito al turista son los adobos e ingredientes que necesitamos tener a punto.

El último autobús (que no el tren) está a punto de pasar por nuestra puerta romana. Hay que tomarlo como sea. La Ruta, sin olvidar elementos tan esenciales como son la catedral, el palacio o el consistorio, es el pretexto ideal. Todos a ello.

Martín Martínez

Publicado en El Faro Astorgano en 1.996