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El Hotel Moderno en familia

Fernando Alonso García


El nacimiento en estos días del que hubiera sido el primer tataranieto de don Antonio Herrero, patriarca y fundador del Hotel Moderno, me hace rememorar lo que fueron las familias astorganas durante la primera mitad de nuestro siglo.

Desde finales del siglo XIX hasta los años cincuenta, se produjo en Astorga un raro fenómeno de convergencia entre los gremios, las instituciones y las familias, que mantuvo el renacer de la ciudad con un equilibrio incomparable.

Los Crespos, Gavelas, Tagarros, Gullones, Paneros, Revillo, Vegas, Luengos, Díez, Alonsos, Herreros y tantos y tantos formaron la urdimbre, y los gremios y las instituciones, la trama del funcionamiento de una ciudad, que evolucionó de forma admirable en su convivencia.

La familia Herrero supo aunar la armonía familiar con la vida del inolvidable Hotel Moderno, de tal manera que no se entiende la existencia de la una sin la otra.

La sencillez y la cordialidad en el trato se reflejaba en la relación con los clientes, que más que amigos eran familia. ¿Cómo pudo alcanzarse un trato de tan exquisita convivencia?. Sin duda alguna porque la familia Herrero volcó su relación familiar en el funcionamiento del Hotel, sin importarles para nada el éxito económico, como todo el mundo conoce, si no el servicio de sus clientes y el de la ciudad.

Allí todo era familia, desde la elegancia innata de Ángel, atendiendo las mesas como nunca se ha conocido en Astorga, hasta la sencillez de Carmen, que guardaba sus joyas en una caja de parches de hojadelata que sin duda había utilizado su marido Perico, en el garaje de los "Patagordas", que hacían maravillas para arreglar los automóviles con martillo y destornillador.

Con igual alegría se atendían las mesas en el invierno con la sola presencia de don Celestino y Daniel Lois, como las celebraciones, desde las reducidas en la pequeña sala de la entrada, hasta los grandes banquetes en el Casino, o incluso trasladando el servicio de forma milagrosa fuera de Astorga.

¿Qué tenía la familia Herrero para poder compartir tantas cosas?.... Era todo un deseo de servicio, donde se entregaban con cuerpo y alma, disponiendo de una organización exclusivamente familiar, que debe ser ejemplo de lo que suponga entregarse a los demás. ¿Es que se puede entender de otra forma el entusiasmo con que cocinaban Isabel, Amalia o Lira siempre que su presencia era requerida, con un nerviosismo por cumplir, que de manera ejemplar nunca traslucía al exterior?. ¿Quién puede olvidarse que toda esa entrega tenía éxitos culinarios incomparables, como aquella artesanía llena de cariño volcada en la merluza cleopatra o los huevos a la bergollina, que encerraban esencias todavía insuperadas?

¿Y la simpatía de Pili?. ¿Y las tertulias por las tardes en la camilla, con la presencia permanente de la tía Elena, así era conocida por todos los astorganos, que acababa de echar una "firma" al brasero, después de que Paquito y Chiqui, llenos de absoluto cariño, le habían tomado el pelo?. ¿Qué decir de la sencillez de Manolo, el auténtico inventor del cocido maragato, del que nunca quiso sacar partido?. ¿Y del trato de Fidela, que acompañaba a los clientes en sus paseos por la ciudad. creando nuevas y perdurables amistades?

La Nochebuena marcaba la cima del compartir. Todos los astorganos estaban invitados, nadie se sentía solo en Astorga. La familia entera asistía, desde el de mayor edad hasta el recién nacido. No podía faltar Emilio, ya largos años limitado en sus facultades, con esa sonrisa permanente, derrochando bondad y regalando a todos su alegría ejemplar. Nunca olvidaremos aquellos villancicos, los mejores de nuestra vida, que canto Luis Lucena con toda su compañía, una inolvidable Nochebuena. ¡Todavía me estremezco al recodarlo!. ¿Qué pena que el primer representante de la quinta generación no lo haya conocido!

Ya ha llegado el primer tataranieto de la familia y tristemente el Hotel Moderno no está presente de manera física entre nosotros; pero, de todos los que de alguna manera nos sentimos entrañablemente unidos en el recuerdo, nos gustaría agradecer a la familia Herrero todo lo que hicieron, y hacen todavía con la presencia viva en la ciudad de los hermanos de la segunda generación, prometiendo que el esfuerzo y sacrificio que hicieron por Astorga y los astorganos será un ejemplo inolvidable para todos nosotros.

 

Fernando Alonso García


(Publicado en El Faro Astorano en noviembre de 1.997)