Astorga Virtual. Plataforma de Información electrónica de Ediciones y Publicaciones Astorganas, SA. Toda la información sobre la ciudad de Astorga. Historia y Cultura


Piedras y bronces. Hombres y nombres

100 años de luz eléctrica

por Martín Martínez


Tiempo hacía que no paseaba, durante la noche, por nuestra ciudad. Tiempo hacía que algunos astorganos venían atosigándome para que escribiera algo sobre el deficiente alumbrado público de Astorga. Y después de un largo y tendido paseo, en la semana pasada he comprobado, con raras excepciones, que Astorga está deficientemente iluminada; en muchos casos muy malamente iluminada; una ciudad que intente atraer el turismo debe cuidar ese aspecto con mucho mimo y si en la noche los sorprende ese magnífico incendio de la Catedral, hay que cuidar otros puntos. Los ciudadanos son quienes deben exigir, a los políticos, las mejoras pertinentes.

Y como el rábano del alumbrado tiene hojas, lo tomo para ofrecer, a los posibles lectores, unas brevísimas notas sobre el mismo en Astorga, puesto que este año de 1.997 se cumple el centenario del alumbrado eléctrico en la ciudad; y se cumplen los 150 años de la primera tentativa de instalar alumbrado público. Nos lo cuenta don Matías Rodríguez, aunque bueno sería, si hubiera tiempo, hurgar en las actas municipales del siglo pasado; pero falta el tiempo, y el espacio de un artículo no podría con todo; así que valgan estas notas.

Corría el año 1.847 y las noches astorganas eran boca de lobo. Se habían producido sendos robos nocturnos en dos establecimientos de la Plaza Mayor que produjeron seria preocupación; era concejal, y comerciante a la vez, Guillermo Iglesias, propietario que fue de la gran casa y solar que ocupaba lo que es hoy toda la fachada norte de la Plaza de San Miguel, con vuelta a López Peláez y a Manuel Gullón; casa y huerta que hasta los años sesenta ocuparon las Madres Redentoristas, a cuya congregación la había cedido una de las herederas de don Guillermo.

El 21 de enero de 1.897, alarmado por aquellos robos, propuso en la sesión plenaria, para evitar desmanes como los citados, que se creara un cuerpo de serenos y que se instalara el alumbrado público; la propuesta fue aprobada por unanimidad. Los que después conocimos por cucones, los serenos, se implantaron en 1.848, en número de cuatro; el presupuesto 8.800 reales que se agenciaban con impuestos especiales sobre el cacao, azúcar, canela, vino y aguardiente.

Lo del alumbrado se complicó más y hasta 1.851 no hay decisión firme. Este año se le encargan 50 faroles de reverbero al latonero astorgano Francisco Martínez quien los construyó siguiendo, al parecer, un modelo que le presentaron de los que se habían retirado en Madrid; el precio de cada farol era de 250 reales; aceite primero, petróleo después y finalmente gas fueron los carburantes de estos artilugios que permanecieron hasta 1.897.

Los tiempos adelantan y muchas ciudades disponían de luz eléctrica; Astorga la deseaba y el Ayuntamiento se aprestaba a ello. Fabián Salvadores, que fue alcalde en diversas ocasiones (recuerden los bailes y vaivenes políticos de finales del XIX) presidía en 1.893 una comisión especial encargada de estudiar y llevar adelante la propuesta. Tres años más tarde, en septiembre de 1.896, siendo, también, alcalde el Sr. Salvadores se aprueba definitivamente su instalación, se instruye el expediente necesario, se envía el pliego de condiciones al Gobierno Civil, se publica en el Boletín Oficial y se anuncia la correspondiente subasta. Las nacientes compañías eléctricas, como ahora, debían ser un buen negocio pues se presentan al concurso nada menos que nueve empresas, y la Corporación lo adjudica a una de Madrid, la de Juan Girbau, por la, para entonces, exorbitante cantidad de 5.760 pesetas.

No le debieron ir muy bien las cosas al Sr. Girbau (o acaso como ocurre ahora en muchas ocasiones ya estaba todo estudiado) pues amparándose en una de las cláusulas del contrato traspasó sus derechos a una sociedad anónima, la cual también había presentado su licitación; esta sociedad estaba formada por industriales y comerciantes astorganos, cuya gerencia llevaba Juan Panero, tío que fue de los poetas Juan y Leopoldo.

Así se hizo la luz en Astorga cuando corría el año de 1.897; después vinieron otros tiempos y otras vicisitudes, pero eso ya es otro cantar. Hoy dejamos la constancia del centenario del alumbrado eléctrico.

Martín Martínez Martínez

Publicado en El Faro Astorgano en 1.997