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Piedras y bronces. Hombres y nombres

Mañana será otro día

por Martín Martínez


Mañana, 17 de junio de 1.995, a las 8 de la tarde, cuando el sol esté ya más cerca de la línea del Teleno, todo va a cambiar. Pasado mañana, festividad del Corpus Christi, cuando la procesión transite por las calles astorganas habrá nuevas caras entre los miembros de la Corporación Municipal y el pendón de la ciudad, si se siguen las costumbres, tendrá nuevo portador. Sin embargo, en apariencia todo seguirá igual, a no ser que la lotería nos heche un guiño y deje el gordo donde debe dejarlo. Pero las apariencias engañan y Astorga va a entrar en una nueva era, que no va a ser de rositas, por cierto.

Mañana, 17 de junio, festividad de san Ismael, como en la casi totalidad de los municipios, en el de Astorga y en su Salón de Sesiones, renovado, quedará constituida la nueva Corporación.

A primera vista todo parece igual; se nos servirá una ración de lo mismo que hemos venido degustando, con miel o acíbar, según los casos, en los últimos cuatro años; los socialistas, para que Astorga sigua siendo la ciudad conservadora que vota socialismo, gobernarán con mayoría más que holgada.

Los asuntos del Común se llevarán a los plenos y las votaciones a mano alzada darán un resultado de 10 a 7 (resultado de balonmano) con lo cual el rodillo puede seguir funcionano sin necesidad de engrase alguno. ¡A ver quién es el chulo que se planta ante una máquina apisonadora para detenerla!

El refrendo, en las elecciones, fue aplastante a favor, más que de los socialistas de Alonso Perandones y alguno más. Ahí está la trampa, la grandeza y la miseria de unos comicios en los que, como alguien me aseguraba, los curas astorganos votan sociata. Astorga sí que es diferente.

Perandones veía lo que se le venía encima antes de iniciar la campaña, a la vez que despertaría más de una noche sobresaltado soñando con la mayoría; y en la campaña, poniendo el esparadrapo antes de tener herida, ya pedía árnica. En todos sus actos y mítines se cuidó, escrupulosamente, de no atacar a los populares, de pedir paz y concordia, convivencia y ciudadanía, armonía y entendimiento, colaboración y buenas maneras. Hizo una campaña de guante blanco porque presumía dos cosas: una, que podría perder las elecciones, arrastrado por la vorágine nacional; dos, que los resultados de Valladolid y de León lo podrían hacer prisionero con respecto a las futuras ayudas. Perandones ha aprendido mucho desde aquellos primeros ochenta; y sobre todo en estos cuatro últimos años ha ido evolucionando con la rosa de los vientos, siempre a favor. Ahora que le soplan de costado quiere mover la veleta; sí, Perandones ha aprendido mucho.

Por eso, nada más ganar las eleccioes recordó que Astorga va a contar con una Procuradora en Fuensaldaña, de la que espera, como es lógico, los mejores apoyos a su gestión, por lo cual estoy seguro que habrá cambios sustanciales en los gestos, en las actitudes y en las formas.

Mañana todo seguirá igual, en apariencia, pero será todo distinto. Los apoyos partidistas leoneses, muy notables, y que aún esta semana coleaban por las calles astorganas no van a ser tan intensos por esa puñetera manía que tienen los partidos de premiar al correligionario y emparedar al enemigo, al que a veces hasta cortan la mano. Lo que llegue (y que sea mucho) ha de tener un reparto de rentabilidades políticas de cara a la posteridad; y tendrá que aceptarlo porque así algo se podrá conseguir; de cosecha exclusiva y con denominación de origen nacional poco se puede esperar con unas arcas tan exhaustas.

Mañana será otro día; en apariencia igual, pero muy distinto. Habrá nueva Corporacion; habrá nueve nuevas caras en las respectivas poltronas municipales; y habrá, estoy seguro, otra nueva filosofía de gobierno; estén sino atentos al discurso de investidura que, es de suponer, ofrecerá el alcalde.

La convivencia, el bien de Astorga, la solidaridad, el respeto mutuo y la ciudadanía serán sus pilares. Al tiempo.

Martín Martínez Martínez

Publicado en El Faro Astorgano en 1.995