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Santigo Herrero Crespo

Vive un astorgano que conoció al genial arquitecto Gaudí

por Maximino Brasa

Si los turistas que visitan en Astorga el palacio de Gaudí supieran que vive entre el recieto de esas gloriosas murallas un hombre que conoció a Gaudí, ampliarían su recorrido -si fuese posible- para preguntarle como era el gran arquitecto que concibió, dirigió, y terminó este monumento que llevarán sus mentes como una joya espiritual; y con ella, llevarán también Astorga como referencia obligada y eterna en su vida cultural. Ese encaje arquitectónico en granito, está hecho y encaja perfectamente en las imágenes de cuento de hadas que desde niños poblaron sus mentes. Poblaron también las nuestras. La obra del arquitecto Antonio Gaudí fue muy variada. El arquitecto, todos los grandes arquitectos, conciben la obra y la crean lo mas exactamente posible para el sitio donde va a ser emplazada; para armonizar o contrastar en algunos casos, con el entorno que la rodear . Cada obra es un mensaje espiritual, intelectual, artístico o religioso como en nuestro caso. El mensaje dura, frecuentemente, como la vida misma.

Todavía dentro del recinto amurallado queda un hombre que conoció a Gaudí. Aquellas manos, las mismas manos que dibujaron este gran monumento, tambiénn acariciaron en un gesto inolvidable la cabeza de este venerable hombre que vive con nosotros: se llama Santiago Herrero Crespo. Tiene excelente memoria. La imagen del arquitecto que me ha descrito muchas veces, coincide siempre con los mismos rasgos que recuerda nítidamente rodeado de circunstancias sólidas y claras que nos hacen revivir las escenas y el grupo de personas que las protagonizaron. Aquí vive en Astorga Santiago Herrero. Ha sido un viajero incansable. Es un observador sagaz y profundo. Las personas que describe y las anécdotas, le dan un encanto especial a sus charlas y conversaciones. Le encanta hablar de sus viajes. Los ilustra con referencias sociales e históricas que a la vez nos hace trasladarnos al mundo autóctono en el que se desarrollaron. A Santiago le gusta decir que dio la "vuelta al mundo", cuando en los años pasados ha tenido especial significado esa vuelta; aún sigue siendo y lo ser  por algún tiempo, una verdadera conquista turística. Santiago, la realizó.

Nació en Astorga. Quedó huérfano de madre a los tres años. Prácticamente nada más nacer. Vivió de niño con los abuelos paternos, en un pueblo inmediato, aquí al lado mismo de Astorga. Desde allí se ve perfectamente la ciudad. Precisamente en la mente de un niño como la de Santiago, mente exuberante y prodigiosa, es como un encerado en blanco donde todos los días se llena de sensaciones luminosas, que para la memoria virgen son profundas e imborrables como un tatuaje.

Santiago conoció -por ejemplo- las aguaderas y los aguaderos de Astorga cuando en cántaros de barro, se ofrecía el agua de dos fuentes especialmente: de "Fuente encalada" y "Manjarín". Santiago bebió en el comienzo las otras aguas llegadas en la primera "tra¡da" desde Quintana de Fon. He comprobado que la memoria de Santiago es prodigiosa, y recuerda con claridad los hechos que le rodearon desde los dos años. Lo comprobé también los días pasados, con otro prodigio de memoria que es Luis Alonso Luengo. En su visita, y ante una fotografía de ex alumnos del colegio de La Salle, donde fueron condiscípulos antes de serlo también en el colegio de los Agustinos de León, la memoria, la excelente memoria de Santiago, como la de Luis, me dejó verdaderamente impresionado. Santiago conoció a Gaudí en el parque Güell, en Barcelona. Su padre, inolvidable comerciante y coleccionista de antigüedades en Astorga, le llevó a Barcelona, niño aún, porque se lo había prometido, si en el colegio de La Salle donde iba entonces, sacaba un sobresaliente en todas las asignaturas. Lo sacó, y ese fue el premio. Don Pablo Herrero, viajante infatigable, quería que sus proveedores conociesen a su vástago; sólo tenía otro hijo. Aquellos proveedores mandaban los paños que se vendían en una tienda, en un "comercio", de la plaza Mayor de Astorga, sólo a unos metros donde la maragata y el maragato siguen martilleando la campana, de la misma manera que lo hacían entonces. "Tenía también un negocio de maderas en las que predominaba la "pinotea". Fue en Barcelona. En el parque Güell que estaba construyendo Gaudí. Pablo Herrero no tenía programado nada de aquello. Al menos nosotros no lo sabemos. En las Ramblas, donde se encontraban y aún nos encontramos muchos los que llegamos de otras provincias, allí, entre puestos de flores, Pablo Herrero y su hijo Santiago se encontraron con el obispo de Astorga en aquel momento don Julián de Diego y Alcolea, acompañado siempre por su familiar o "paje", persona muy agradable también, don Angel. Pablo Herrero tenía una gran amistad con el Obispo. Había estudiado en el Seminario hasta casi cantar misa. Sabido es la sintonía en el pensamiento y en la convivencia de ex seminaristas y sacerdote, que han pertenecido a épocas similares. Tenían gran amistad. A los dos les gustaba las antigüedades. Pero es que, además, los contactos en Astorga eran frecuentes, porque Pablo Herrero era el proveedor -ya lo hemos dicho- de todas las maderas para la construcción del palacio episcopal. El encuentro con un condiocesano, cuando las comunicaciones todavía eran lentas, no era habitual. El Obispo, demostró una gran alegría. Los invitó a comer en Barcelona. Ya se terminaban las obras del palacio, llamado después de Gaudí. Había algunas dificultades económicas y otras varias inherentes a las grandes obras. Se hace hoy la descripción larga.

Los protagonistas fueron el obispo don Julián de Diego y Alcolea (nominado ya en ese momento para la diócesis de Salamanca), su familiar o "paje" don Angel, el conde de Güell, su cuñado el Marqués de Comillas, Antonio Gaudí motivo especial de la reunión y Pablo Herrero, comerciante de Astorga con su hijo Santiago, invitados especiales del obispo Alcolea. El tema fundamental era el parque Güell. Pero se hablaría también del palacio episcopal de Astorga. Pablo Herrero, quizá  era el más conocedor de la evolución de las obras, -aunque las visitas del obispo Alcolea eran constantes- las conocía mejor, desde su vertiente de hombre de negocios porque como ya señalamos era proveedor de todas las maderas de la obra, negocio que simultaneaba con el comercio de telas de la plaza Mayor.

Llegaron antes el conde de Güell y su cuñado. Lo hizo después el obispo de Astorga y su familiar, acompañados de Pablo Herrero y de su hijo Santiago. Sabían que Antonio Gaudí, se retrasaba unos momentos. Era Gaudí un hombre especialmente ocupado. Además del palacio, construía en León la Casa de los Botines. En Barcelona, había sido encargado de continuar las obras de la Sagrada Familia; ya estaba terminada la cripta y en marcha las torres que contemplamos hoy con una remota afinidad gótica. En algunos rasgos, la fantasía del genial arquitecto, extrañamente barroquistas, recuerdan -en detalles- algunas reminiscencias del palacio astorgano.

Llegó al fin a la reunión, Antonio Gaudí. Le recibieron con familiaridad. El arquitecto, hombre sensible y a juzgar por el gesto cariñoso, cuando le fue presentado Santiago, hizo un ademán muy familiar y le puso la mano en la cabeza con una caricia leve. Siguieron hablando los reunidos. Santiago estaba naturalmente más atento a la apariencia de Gaudí, que a otras incidencias de la conversación que no comprendía. Lo describe as¡: "era un hombre más bien menudo, de especial atractivo personal; afable; hablaba en tono bajo; su figura, sus gestos, su conversación, inspiraban confianza. Era inteligente. Tenía una cabellera blanca que también me impresionó; pelo tupido y ligeramente anillado. Tez morena. Ojos vivos; más bien delgado. Barba blanca muy poblada, anillada como la cabellera; bigote robusto dejado caer sobre el lado superior, pero ligeramente recortado. El labio era muy visible y quedaba libre. La proporción de frente y nariz, que seguramente no recordaría con exactitud por mi corta edad, es una imagen que me han avivado los retratos que he visto después como si se calcasen de mi memoria" (hemos de recordar que Santiago Herrero tuvo memoria precoz y son para él recuerdos claros los que recibió entorno a los dos años).

Sigue hablando Santiago Crespo: "hablaba Gaudí¡. Los contertulios, le oían con particular atención. Me encantaría recordar algunos detalles de la conversación, pero sólo uno se consolidó en la mente: habló de algún choque con el Cabildo. Entendía que tenía dificultades importantes en la relación con el mismo. Saqué‚ la conclusión de que estaba dolido. Aclaró o atenuó algunas afirmaciones el buen obispo don Julián de Diego y Alcolea. Al crecer en edad, por las crónicas de la época que leí más tarde, supe también que aquellos choques en los que medió el obispo Alcolea, nominado como nuevo obispo de Salamanca, y después como arzobispo de Santiago, aquellos choques fueron históricos. Mi padre, de una manera tímida, hizo alguna aclaración muy corta. Sospechó que había temas económicos porque mi padre era como ya os dije, el proveedor de maderas para toda la construcción del palacio episcopal.

Gaudí era un hombre distinto. Me da la impresión que también se vestía de manera distinta. He percibido a lo largo de mi vida, que en aquellos minutos dejó en mi un impacto indeleble. No he podido recordar la despedida; sí recuerdo -sin embargo- unos "refrescos" que nos sirvieron después de la conversación y eran unas verdaderas golosinas.

Pero tan vivo como el recuerdo de Antonio Gaudí¡, mantengo el del conde Güell, mecenas de todo aquel parque. Era un personaje popular. Su fotografía se veía por toda la prensa. Precisamente, se lograba también este gran parque, obra revolucionaria entonces y ahora; las creaciones de Gaudí, tienen en el parque una particular personalidad. En mis travesías turísticas, realizando una vocación viajera paralela a la de mi padre -nos dice Santiago- medité muchas veces sobre mi excursión primera en el espacio. En esas fechas, se inauguraba una gran feria de muestras en Monjuich. El mayor atractivo consistía subir en la cesta de la que se llamaba un globo cautivo. Mi padre y yo subimos. Desde "aquellas alturas", con un catalejo, veíamos Barcelona por primera vez desde el aire. Cuando cumplía el tiempo, robustas maromas enrolladas por una potente máquina, nos devolvía al punto de partida. Era emocionante. Hablamos de 1.912, 1.913, a punto de estallar la Primera Guerra Mundial. Seguramente sonríen las nuevas generaciones, pero esa fue la verdad, mi verdad. La edad todo lo ha permitido. Ahora, lo pude meditar observando y analizando grandes superficies del Planeta a velocidad supersónica. No podemos imaginar, que podrán ver estas jóvenes generaciones que sonríen, cuando tengan mi edad.

Yo he vivido con Santiago, reiteradamente estas referencias a su conocimiento del arquitecto genial. El palacio fue encargado por el obispo Juan Bautista Grau. Al parecer no fue estrenado como residencia episcopal. Quizá  los obispos, sucesivamente, lo conceptuaron muy ostentoso. Las Casas de Cristoforo. Recuerdo la de Nazaret donde viví algunos días; recuerdo la del santuario de Loreto en Italia. Recuerdo la de Éfeso, en la que ya sólo vivió María con San Juan y algún otro apóstol, donde llegaron huyendo de la persecución judía que siguió a la muerte de Cristo. Pero el palacio de Gaudí es otra cosa. El palacio de Gaudí es una referencia fundamental en la gran Astorga monumental. Hoy es museo. Santiago también quiso poner en el mismo un hito personal como homenaje a Antonio Gaudí¡ exhibiéndose en el mismo una colección de monedas muy variada, y una pareja de maragatos, de gran tamaño, esculpidos en madera. Es una donación suya.

Para Santiago Herrero, es familiar este recuerdo. "Yo conoc¡a a don Antonio Gaud¡...".

Dr. Brasa

Fragmentos del "Diario de un Cirujano en Astorga" en agosto de 1.977

Publicado en dos entregas en El Faro Astorgano en octubre de 1.977