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Piedras y bronces. Hombres y nombres

Ese puente del Valimbre

por Martín Martínez


Ese puente de Cuevas, con sus piedras desmoronadas, carcomidas por la incuria y la desidia es que lo tengo como algo mío. Con Angel, y los demás vecinos de Cuevas lo comparto en inquietudes, y se me parte el alma cada vez que paso cerca de él. Allí se me queda la agonía, viendo cómo cada año avanza el deterioro, se va derrumbando, lo va socavando el agua y aguanta; aguanta invierno tras invierno. Nunca pensé que éste fuera capaz de soportarlo; claro que cada noviembre, uno se hace la misma reflexión, aunque en esta ocasión las circunstancias hayan sido excepcionales. Días hubo en los que tuvieron que eliminar la maleza acumulada en sus tajamares, la cual servía de represa sobre su descuartizada estructura; el agua se desparramaba y la erosión se intensificaba en las zapatas.

Ese puente, cuyos cimientos, vieran un día pasar las legiones romanas en sus vueltas y revueltas tras amacos, astures u orniacos; ese puente por el que trotaron los bellos y bayos caballos árabess de aquel árabe fiero que fue Almanzor; ese puente por el que, al cerrarse el 1.808 anduvieran mamelucos e infantes de Napoleón para buscar refugio en Astorga; ese puente que viera pasar las recuas maragatas de Galicia a Castilla y viceversa, testigo del trasiego económico de pescados, vinos, harinas, aceites y otras mercaderías. Ese esbelto puente, soberbio, desafiante al paso del tiempo, y del agua, es el puente más denostado, olvidado, menospreciado y abandonado que conocemos. Puente que a unos pocos nos ha traído cabeza abajo muchos años, mientras contemplamos cómo quienes tienen la obligación de preservarlo, mimarlo y repararlo se inhiben absolutamente.

Desde los años sesenta, aparte de estos escritos que no son, ni mucho menos, para lavar conciencias, memoriales y denuncias han dejado sentado el interés por dicho puente; las administraciones municipal, provincial y autonómica saben de ello; ahora parece que algún grupo político se interesa, pero mucho me temo que sólo sea producto de la cercanía de las elecciones.

Allá por los idus de marzo de 1.990, (el 13 concretamente) la ahora Consejera de Economía, Isabel Carrasco, entonces Delegada de la Junta recibía una carta abogando por este puente del Valimbre. Dos meses más tarde contestaba, oficialmente que ...la Comisión Territorial de Patrimonio Cultural, interesará de la Consejería de Fomento las obras de restauración.... La Comisión no podía intervenir porque el pobre puente sobre el río Valimbre, no estaba declarado como Bien de Interés Cultural; oséase, que si no tienes un padrino que te bautice, amigo puente, ya pueden pasar bajo ti las aguas del Jordán que moro seguirás. Al menos de Isabelita Carrasco hubimos contestación; de la Consejería de Fomento, ni flores. Desde entonces, 1.990, a esta fecha, las quejas, escritos, demandas, súplicas y solicitudes se han multiplicado; con el mismo resultado.

Sabemos, oficiosamente, que con eso de la autovía del N.O. se deben disponer unos dineros para restauraciones y acondicionamientos de edificios y otras construcciones singulares, como nuestro puente; sabemos, oficiosamente, que este puente podría estar incluido en ese apartado por lo que nos congratulamos. Y nos ponemos a la espera, con inquietud eso sí, y con la esperanza de que, en un par de años, si es que se construye la autovía, que ésa es otra, se consiga la consolidación de este puente de nuestros pecados.

A la vez, tendremos que hacer las pertinentes rogativas, ahora para que no se repitan los inviernos como el que, azacaneados, estamos dejando. Ya que de continuar esos temporales no damos una perrina por la estabilidad airosa del puente más guapo de la contorna. Es el puente Valimbre, sobre el río del mismo nombre, también llamado Turienzo y en otros tiempos Juta. Salvarlo es obligación de todos, pero de unos más que de otros.

Martín Martínez Martínez

Publicado en El Faro Astorgano en 1.996