Astorga Virtual. Plataforma de Información electrónica de Ediciones y Publicaciones Astorganas, SA. Toda la información sobre Astorga y sus entornos.Historia y Cultura


Descubrir el mundo al otro lado de la carretera

Val de San Román, brillar al lado del hermano mayor

por Isidro Martinez


Casi nunca es fácil pararse en las carreteras accesorias, y adentrarse en el mundo de los pequeños caminos. En Val de San Román, al otro lado de la carretera, se encuentran un mundo tranquilo, verde, tradicional, y lleno de detalles encantadores.

En Val de San Lorenzo muy pocos llaman al pueblo vecino por su nombre. Para todos ellos es el "Val de arriba", que no puede pasar a la toponimia pero se hace coloquial y cercano.

Pasada la iglesia parroquial de Val de San Lorenzo, que ya se encuentran en las afueras verdes de la población, una carretera estrecha lleva a Val de San Román. Es angosta, para no descubrir casi la senda del otro lado.

Desde Astorga, y por vía alternativa, antes del Val de San Lorenzo una señal en la carretera recuerda al viajero que Val de San Román espera a unos tres kilómetros. Pero las rutas secundarias no siempre captan al viajero, y en este caso, ellos se lo pierden.

Una iglesia en la colina

Llama la atención, en primer lugar, por su templo parroquial. Una iglesia enorme, de grandes dimensiones, de piedra en todos sus extremos, bien conservada e incluso restaurada en los últimos años, en el interior y en las cubiertas.

A la entrada del pueblo, separada del cementerio por la carretera, en un colina, domina todo el valle del Turienzo, en este remando de Val de San Román.

Un atrio de entrada amplio, acogedor y con gancho recibe al viajero que puede encontrar la iglesia abierta o pedir la llave a un vecino, metros más abajo y ya en el pueblo. Quizá en la última restauración, la chimenea de la calefacción no se hizo en el material más adecuado para el entorno en piedra pulida del templo, pero el conjunto es armonioso, lleno de sugerencias, y el detalle puede obviarse.

El altozano realza las medidas de esta iglesia. Una visita a su interior, con retablo y rehabilitaciones en las naves, merece una visita o un descanso.

 

El pueblo

Unos metros más abajo, descendiendo en suave pendiente de campos de cereal de secano, se alcanza el pueblo. Casas maragatas de piedra, huertas, el río no lejos e incluso algún reguero de agua que puede estar seco en verano/otoño.

El rojizo/pardo de las construcciones resalta sobre el verde de unas huertas repletas este verano de fruta. Nogales, manzanos, perales... toda una explosión de verde y fertilidad, porque las heladas de la primavera no llegaron a tiempo de agostar todo, como en tantos años.

Se articula el pueblo de Val de San Román en tres barrios separados entre sí por escasos metros de huertas, de chopos o de campos. Son los barrios, casi pueblos distintos, de Cantosales, Quintana y Sobrado.

Cada cual con sus características, aunque la piedra uniformiza todo el entorno paisajístico. El ambiente maragato domina el ambiente. Construcciones arrieras, revocadas y pintadas en blanco de cuando en vez, y muchos pajares que ahora ya son piedra en decadencia con tejados de fibrocemento o sobera.

El río, que reune más que divide a los barrios está seco. En Quintana la pavimentación de calles ha respetado un pozo, en la calle, en donde es posible sacar agua. No se seca ni en verano, según nos informa Humberto Quintana Quintana, vecino de la plaza, y uno de los que colocó esfuerzo y gestiones para que el pozo siguiera, al lado del jardín, de chopos y arbustos.

El pueblo, como en general en Maragatería, conserva muchas casas vacias, otras en ruinas, y las menos abiertas. Pero también se nota la recuperación y rehabilitación de edificios, aunque no siempre la idea del propietario se ajuste al entorno urbano.

Como no puede ser por menos, al lado de la piedra, hermosa y rotunda, aparece la casa de ladrillo, revocada, horrenda de aluminio. Vecina de una casa maragata con puerta en arco de piedra, la entrada accesoria se llena de cubiertas de "uralita", o de establo al aire libre con bloques de hormigón.

Son las contradicciones, al parece insuperables, de una comarca con arquitectura popular única en la provincia leonesa, junto a Cabrera, que deberá conformar con enseñar (conservar, mimar y rehabilitar) detalles, rincones o edificios aislados, cuando pudo tener pueblos, comarcas y zonas tan suyas, tan originales, tan irrepetibles, que la gente podía llegar y crear riqueza.

Pero ese es el presente, y el futuro, que debió ser, pero no es, porque la realidad se topa casi siempre con el dinero. Está bien proteger, y yo el primero, pero en los pueblos, además, piden subvenciones para construir y conservar como sus abuelos, porque es lo que más cuesta. Lo fácil es el hormigón, el ladrillo y el fibrocemento. Y las ventanas de aluminio.

Contraste

En Val de San Román el contraste es profundo entre el entorno de cereal, de secano, y el pueblo, en un angosto valle, de verdor, de frutales, de huertas pequeñas y de fruta, mucha fruta.

En este ambiente van creciendo las calles de hormigón, se mantienen los puentes sobre los arroyos, y siguen en pie calles con casas de piedra como se ve en la fotografía, tan uniformes que parecen de postal. Y, sin embargo, están al lado, en el barrio más cercano a la iglesia de Val de San Lorenzo, aunque detrás, y no lejos, alguna casa "moderna" destroce toda la magia.

En Val de San Román, nos dicen, crecieron hasta tres ermitas, pero ahora, en el pueblo, ni los más ancianos recuerdan ninguna. Y sólo una calle en Cantosales parece recordar, en su salida hacia las fincas que la ermita puedo estar por aquel lugar.

Y es que en ocasiones, las rutas alternativas, nos ofrecen sorpresas como Val de San Román. Para conocer y disfrutar.

Isirdo Martínez