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De otro tiempo... 1825.

El drama de la demencia y de la necesidad

por Miguel Ángel González


Antes de entrar en el tema de esta nota he de hacer una necesaria rectificación a la referencia a la Fuente del Cubillo que hacía en mi último artículo, agradeciendo a José Manuel Santos su amable observación y reconociendo que el error partía de interpretar el documento como si la fuente del Cubillo y la esquina de la calle junto al Espíritu Santo que Domingo García se comprometía a perfeccionar estuvieran inmediatas, deduciendo de ello que la tal fuente habría desaparecido por suponerla ubicada en la hoy plaza de Esteban Carro. Como sepan quizá muy bien muchos astorganos, sobre todo de Rectivía la tal fuente sigue viva y manadera, en la zona del Mayuelo y ciertamente allí cuadra mejor que se colocase un colmenar. Siempre está uno aprendiendo y es hermoso tener tan buenos maestros.

La página de la Astorga de otro tiempo que hoy acercamos es triste y nos devuelve a un tiempo felizmente perdido de inseguridad e inclemencia, de pobrezas sangrantes y de situaciones límites que nos siguen escociendo cuando las repasamos en las súplicas y peticiones. Es una crónica menor y puntual pero dura, de dementes que tienen que recluirse en la cárcel pública y de familias que no tienen lo necesario para "la precisa subsistencia".

El recurso es siempre extender la mano a quien puede ayudar, tanto el Cabildo como el Ayuntamiento son las instituciones a las que en Astorga se acude con memoriales o peticiones, sin duda escritos la mayoría por amanuenses distintos de los peticionarios que es presumible muchos no supieran hacerlo.

En esta ocasión al "Muy Ilustre Ayuntamiento Real de la Ciudad de Astorga" se dirige el 3 de agosto de 1825 Victoria Alonso, con todas las formalidades que exige este tipo de escritos pero añadiendo esas circunstancias que revelan drama y carencia: "Señor: Victoria Alonso, vecina de esta ciudad con el debido respeto hace presente a V.S. que su marido Raymundo Mendaña se halla en estado de demencia, y por tal custodiado en la cárcel pública de esta ciudad hace ya algunos días, y como la que expone no puede con su trabajo personal proporcionar lo suficiente para atender a la precisa subsistencia de aquel, y de dos hijos pequeños que tienen en su compañía; se ve en la precisión de recurrir a la piadosa generosidad de V.S. a fin de que le señale la limosna que sea de su agrado, a cuyo beneficio vivirá siempre agradecida esta su segura servidora Q.S.M.B" (AMA 19). Pocas líneas para mucha necesidad y para reflejar la situación deficiente de los locos, que han de ser recogidos en la cárcel pública porque indudablemente la locura
de Raimundo era agresiva, y ser mantenidos por los suyos. Pocas líneas para cetirficar que no todo el tiempo pasado fue mejor, y que locos los hubo siempre aunque felizmente hoy entre nosotros pueden ser mejor atendidos.

Pocas líneas para poner de relieve a una de esas infinitas mujeres de otro tiempo, socialmente irrelevante pero humanamente heroica luchando por obtener lo preciso para los suyos y haciendo cotidianamente verdad su amor por un marido demente y unos hijos pequeños que deben comer y vivir.

Miguel Angel González García