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Música en Astorga


Música bizantina para la Virgen del Castro 

por Juan Carlos Villacorta

Si es verdad que la fe mueve montañas hay que creer que puede también provocar la lluvia.. Este fue uno de los temas de un grato almuerzo en la casona de Honorino Alvarez en Murias de Rechivaldo con el entonces Obispo de Astorga, don Antonio Briva, uno de los prelados más sabios que he conocido al que recuerdo recluido en la penumbra de sus soledades en el Seminario Conciliar, y digno siempre en su responsabilidad espiritual con una actitud no sólo ética sino estética ante la vida y el pensamiento.

Nos referíamos a la devoción del pueblo a la Virgen del Castro, una forma de fe y de esperanza teológica; imagen por la que yo he sentido una veneración especial. Es una Virgen de milagro de juglaría y el artista que la modeló hablaba el lenguaje con el que la fe "fabla a su vecino", Su rostro reproduce los rasgos fisionómicos de una moza del lugar y fue en su ermita, solitaria en su altonazo, en la que en ocasión singular para mí, hice sonar Salmos e Himnos de la Liturgia bizantina. Les iba bien a la imagen y al paisaje en torno, a esa música.

En la ermita de la Virgen del Castro (José Manuel Prieto que estaba entonces allá de párroco lo sabe) sonaron al Tabe Poem y el Oste Nacht, composiciones acordes con la humildad agreste de la ermita.

La fe popular de nuestra tierra entiende muy bien la escenificación dramática de los Himnos y los Salmos y en cierto sentido la tradición de la Liturgia ortodoxa coincide con el patetismo de nuestra imaginación castellana y de los Responsarios del abulense Tomás Luis de Victoria cuyas versiones en la Schola Cantorum de Comillas tenían la grandeza de los espacios catedralicios. El padre Prieto tendía también en Comillas a crear amplias masas sonoras como en la música bizantina. Los contrastes de volúmenes, tiempos y ritmo no le eran ajenos. Tal es la expresividad de la música bizantina que oscila entre lo patético y lo lírico.

Castrotierra misma, sumida en la nieve silvestre del crudo invierno, es como n viejo icono y no en vano imaginar Popes con su bonete tubular con velas de viudas, transitando sobre los altos pendones. Yo vi no hace muchos días un icono en n escaparate de Madrid y lo regalé como un eco de la Santa Rusia a quien sabía que podría comprender su significado.

Este invierno las nieves del Teleno, en el horizonte de la Valduerna arderán dulcemente en el marco del icono y yo recordaré la música de la Liturgia ortodoxa en la ermita de la Virgen del Castro, porque existen las correspondencias artísticas y las emociones paralelas.

Siempre que paso por el techo de la carretera entre Astorga y La Bañeza me esfuerzo por distinguir la silueta de la torre de la ermita, emergiendo de los humos lentos de la Valduerna, recortada sobre el fondo azul del Teleno que en días claros tiene la transparencia de las aguamarinas.

La Virgen del Castro es otra Santa María del Páramo y otra Nuestra Señora del Camino. Las tres tienen mucho de leonesas y algo de esclavas, creo yo. Páramo y camino son referencias ineludibles de la tierra de León.

Juan Carlos VILLACORTA

Publicado en El Faro Asorgano,1.997