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Magín Revillo, un nombre para dos periodistas astorganos

José Antonio CARRO CELADA

Conviene decir, de entrada, que Magín G. Revillo es el nombre de dos periodistas que gobernaron muchas efímeras astorganas y un periódico de larga vida, El Pensamiento Astorgano.

Se resume en el nombre de Magín Revillo una verdadera saga periodística y un estilo familiar de servicio informativo de la vida astorgana. Con una breve noticia de los títulos que timonearon uno y otro Magín, padre e hijo, quiere la revista Astórica homenajear al segundo.

 

Primeros devaneos

Resulta muy diffcil localizar la primera piedra de los pinitos periodísticos de Magín G. Revillo, padre. Tras El Maragato, periódico que dirigió Santiago Alonso Garrote en 1885, se publican en Astorga algunas revistillas que Revillo menciona en un folletón de El Pensamiento Astorgano (julio-noviembre de 1908). Las recuerda sin fecha, muy aproximativamente, pero demostrando que había disfrutado en tales aventuras. A El Zurriago lo despacha, sin más, como obra de imberbes; y parecida apreciación le merece La Humorada. Era éste un semanario redactado por una flotilla de jóvenes aficionados al teatro, a la filosofía y al humor. Como no tenían edad jurídica, les ofredieron la dirección a dos astorganos más barbados. El grupo, en cambio, tenía talento financiero y lo demostró vendiendo acciones para fundar la publicación «al precio de 3,50 pesetas y a la par". Para más chulería la imprimieron en Valladolid, tal vez porque allí algunos de los redactores, estudiantes universitarios, podían seguir más de cerca todo el proceso de corrección. Un buen día el administrador dio la voz de alarma sobre el estado de cuentas y el empeño acabó en desbandada. Con toda probabilidad en esta juvenil empresa anduvo metido Revillo.

La primera responsabilidad periodística la tuvo Magín G. Revillo a los 24 años, en 1890, fundando y dirigiendo A los pies de usted, semanario festivo, científico y literario, que vino al mundo —tal y como cuenta el citado folletón— "por mi cuenta". Se tiraba en la imprenta leonesa de Emeterio García y se distribuía en Astorga los domingos. Constaba de cuatro páginas, pedía el pago por adelantado —la suscripción mensual costaba 50 céntimos—y tenía su sede en la calle de las Panaderas, 18. Además de la publicidad, incluía noticias, variedades, ensayos poéticos y distracciones. Su plantilla de redactores estaba compuesta por el director, Tello Tellez, Manuel Rodríguez del Otero y un tal J.M.

En cierta ocasión llegó a la mesa de redacción un artículo "sobre el origen del hombre", que defendía las teorías darwinistas de la evolución, se coló la colaboración y produjo sus buenos disgustos, pero la suspensión la explicó Revillo con esta frase: "falto de jugos vitales y no pudiéndose sostener en pie expiró sin encomendarse a Dios ni decir a don Emeterio usted lo pase bien".

 

De la Voz al Clamor

A poco de sucumbir A los pies de usted, dentro del mismo 1890, Revillo hizo sus primeras migas con la imprenta de López y fundó La Voz Astorgana con el objeto de participar en la campaña electoral, en la que contendían Manuel García Prieto y Manuel Luengo. Se proclamó periódico católico, y de "neoconservador" le calificaba El Alcázar de León. Mantuvo abiertas polémicas con los periódicos villafranquinos La Alondra y El Amigo del Pueblo.

La Alondra divulgaba opiniones poco ortodoxas en materia religiosa, lo que puso en guardia al director de La Voz Astorgana, quien se las arregló para que el propio obispo de la diócesis, Grau y Vallespinós, tomara la pluma y escribiera con seudónimo las réplicas, «copiadas por uno de sus familiares». El periódico berciano terminó callando.

El Amigo del Pueblo, en cambio, sucumbió bajo los anatemas del penitenciario de la catedral de Astorga por insertar articulas "impíos, escandalosos y heréticos". La Voz Astorgana y El Amigo del Pueblo —lo consigna Revillo— "se dijeron cada cosa que asustaba", con tonos, descalificatorios y vapuleos de "culta ironía".

Tras las mencionadas elecciones, se trasforma La Voz Astorgana en periódico liberal conservador. A partir de ahí tuvo problemas con sus redactores más abiertos, que acabaron abandonando la publicación. Consumió sus dias el gobierno liberal y nuevas desavenencias, esta vez con la imprenta, colaboraron a la desaparición de La Voz Astorgana. La solución hubiera sido la imprenta de Emeterio García de León, pero no se llegó a un acuerdo, razón por la que el periódico astorgano dio sus tres últimos suspiros en una imprenta de Valladolid.

Vuelve Revillo a resucitar la publicación con el nombre de El Clamor. Voz y clamor, al fin y al cabo, pertenecen a un mismo campo semántico. El Clamor vino a apoyar la candidatura de Antonio Molleda —estamos en 1893— frente a la de Antonio Crespo Carro, defendida por La Verdad, periódico liberal y órgano del partido fusionista. El Clamor y La Verdad anduvieron a la greña como era de recibo en tiempos electorales, uno y otra militaron con apasiona miento. Las andanadas que soltó La Verdad antes de despedirse, desataron la lengua de Revillo, pero a aquellas alturas ya no se pudo beneficiar de la tolerancia política propia de las campañas electorales y El Clamor desapareció, victima de tres denuncias a su director.

 

El Heraldo Astorgano

Concluida esta experiencia, se sube Magín Revillo al barco de otras menos trepidantes. No quiere lios, pero los iba a tener igualmente. El barco se llamó El Heraldo Astorgano y lo capitanearon él como director y Porfirio López como editor.

Era un periódico catalico, salta con censura eclesiástica y se declaraba "defensor de los intereses morales y materiales de la región". Rompía con la periodicidad semanal a que estaba acostumbrado; Revillo, pero aún no se atrevía al ritmo trisemanal de La Luz de Astorga. El primer número apareció el 3 de enero de 1899 y durante aquel año ve la luz dos veces por semana.

Magín y Porfirio se complementaban, uno dirigía el periódico y otro la imprenta, uno era más cauteloso y el otro más lanzado, aunque ambos tenían de lo mismo. Magín acuñó en El Heraldo Astorgano ese tipo de periodista local frecuentador de mostradores y secretarías, lugares que en Astorga son eficacisimos teletipos. Para celebrar su primer cumpleaños e inaugurar el siglo, El Heraldo sale tres veces por semana —lunes, miércoles y viernes— e iguala con La Luz de Astorga el precio de la suscripción mensual, a 0,75 céntimos. Recibía su servicio telegráfico de "Express" y el Alcance Postal de Madrid mediante un "Corresponsal"; el resto de la información de la Corte lo entresacaba de la prensa madrileña. Los contenidos estrictamente locales eran colaboraciones, notas locales, municipales y regionales. La información eclesiástica se recogía bajo el epígrafe de "Ecos diocesanos".

La plantilla la formaban Magín Revillo, Porfirio López, Ricardo Sabugo Calvo (mano derecha de Revillo, a quien sustituyó accidentalmente como director, del 7 al 14 de diciembre de 1900), Francisco G. Mayo, Manuel Sanromán y Simón Liébana.

La lucha de los periódicos por ganarse lectores sirviendo con rapidez las noticias puso de moda en la prensa astorgana la publicación de unas octavillas, en las que se ofrecía la información telegráfica que llegaba una vez cerrada la edición del periódico. Por este procedimiento se dio la composición del nuevo ministerio (22 de octubre de 1900) y la lista de la lotería de Navidad. En circunstancias normales el complemento de noticias se exponía escrito en una pizarra, a la puerta de la imprenta, en la Rúa Antigua, 5.

Con el tiempo los devaneos liberales de Porfirio rozaron con el censor eclesiástico, Pedro Domínguez, y con el mismo Revillo, que no veía con buenos ojos el tono crítico o trivial con que trataba ciertos temas eclesiásticos la pluma del editor. Aquello tenía visos de engordar como una bola de nieve, se podía esperar hasta que el obispo tomara cartas en el asunto, como así fue. Precisamente el 1 de junio de 1903 El Heraldo Astorgano recibe una amonestación del prelado, padre Vicente. La repercusión inmediata de la reprimenda episcopal no se hizo esperar en Magín, siempre obediente cumplidor de las normas de la Iglesia, quien no sólo dimitió como director, sino que abandonó el periódico y arrastró consigo a Ricardo Sabugo, según cuenta El Heraldo del 2 de junio de 1903.

Porfirio resistió numantinamente diez dias más sacando el periódico, mas no valían excusas, había que quitarle el estigma de la intervención del obispo. El miércoles 10 de junio salla por última vez El Heraldo Astorgano; ahora bien, el sábado 13 de junio, Porfirio saludaba a sus lectores desde una nueva cabecera. Habia nacido El Faro Astorgano.

Con todo, Magín Revillo, tan respetuoso siempre con lo eclesiástico, tenía viva y afilada la pluma para el debate politice, para la ironía municipal y para la silueta popular. Sus comentarios en El Heraldo hicieron diana en muchos acontecimientos locales y levantaron algunas ampollas. Se le ocurrió, por ejemplo, criticar en el "Revistero del Heraldo" un drama original de Angel Julián y Conrado Velasco, titulado "Amor de hija". Buena se armó. Las observaciones fueron contestadas desde El Céfiro —números 6 al 9, de 1899— por Angel Julián. El berrinche sirvió para esta apreciación sobre El Heraldo Astorgano: "Lleva al frente el titulo de católico, aunque le viene algo ancho, a juzgar por su historia politica y religiosa, que no desconozco".

 

Va a nacer El Pensamiento

El nacimiento de El Pensamiento Astorgano estuvo precedido por multitud de augurios. Magín Revillo iba a volcar en él toda su experiencia, a cuajar un periódico de larga vida, sólo superada en Astorga por La Luz. Porfirio López habla salido al tercer día de la muerte de El Heraldo: tenia imprenta y enormes ganas de cantar las cuarenta a quien fuera. Lo tuvo a pedir de boca. No así Revillo que carecía de la infraestructura de unos talleres, si bien ganas de dar rienda suelta a su prosa irónica y a sus versos dicharacheros no le faltaban.

El otro vástago surgido tras la amonestación episcopal hubo de esperar, aunque ya estaba en la boca de todos.

Recién aparecido El Faro Astorgano, La República de La Bañeza (15 de junio de 1903) recoge una opinión astorgana, según la cual para salir al paso de las campañas de El Ideal ciertos liberales astorganos piensan fundar "un periódico independiente consagrado a la defensa de los intereses locales. Lo que esto quiere decir en Astorga, es bien sabido: el periódico en proyecto defenderá los intereses clericales y será un órgano más del obispo". Este es el primer rumor.

El día 20 de octubre de 1903, El Ideal, que por entonces se llama La Lid, le propina esta amenaza a La Luz de Astorga: "ya tiene el sudario puesto y le cavaré la fosa al nuevo periódico, que a buen seguro vendrá a la vida muy magín y sin pelo, como recién nacido y como si fuera hijo de un calvo". El Mensajero Leonés, más ajeno a los trapicheos astorganos, cuenta que "a primeros del próximo enero verá la luz en Astorga otro nuevo periódico, con el dictado de católico y bajo la dirección de un procurador eclesiástico, habiéndose instalado ya una imprenta ex profeso para él" (24 de dic. 1903).

En la primera decena de enero de 1904 El Faro Astorgano anuncia el pronto nacimiento de "un bebé que habla solo". A mediados de ese mes se difunde el prospecto en el que El Pensamiento será trisemanario y como católico se publicará con licencia del ordinario. La Lid del 26 de enero publica el siguiente comentario "Mucho me temo que El Pensamiento Astorgano venga a ser cosa parecida o igual al órgano de don Nicesio, en cuyo caso habría que confesar que La Luz es insustituible y que su editor podría servir de maestro a los redactores de El Pensamiento". Cuatro dias después cuenta el mismo trisemanario que "se ha pedido autorización al señor Vicario Capitular para publicar, desde el próximo 4 de febrero, un nuevo periódico católico con el titulo de El Pensamiento Astorgano".

Lo que demuestra tanta expectación, aparte razones ideológicas, es que en Astorga no había en teoría lectores para tantos periódicos. Zancadillas, campanillazos. Todo valía. Por de pronto al día siguiente de la aparición de El Pensamiento, La Lid recobra su antiguo titulo de El Ideal y comenta que el colega "dirige a la prensa local descortés saludo, al propio tiempo que lleno de reticencias y vaguedades, y hasta llega a dudar de su acogida entre la prensa".

El número uno de El Pensamiento Astorgano, fechado el 4 de febrero de 1904, traía esta etiqueta: director y fundador, Magín G. Revillo; censor eclesiástico Pedro Carro, profesor del seminario y notario mayor del tribunal eclesiástico. Como pie de imprenta figuraban los Talleres Gráficos "El Pensamiento", que regentaba Gregorio Sierra. Se vendía a 10 céntimos y lenta cuatro páginas. La golosina del número era una carta de Marcelo Macías: "Bienvenidos seáis —escribía— a compartir glorias y fatigas con los demás representantes de la prensa en esa nobilísima y benemérita ciudad (...) identificados con las aspiraciones populares, no pecaréis de remisos y descuidados en cuanto atañe y concierne al bienestar y progreso de Astorga y su diócesis, antes bien os constituiréis desde luego en resueltos adalides y solícitos promovedores de toda idea que de algún modo pueda contribuir a su prosperidad y engrandecimiento".

Tenía a la sazón Revillo 44 años y una larga escuela de experiencia periodística detrás. El nuevo periódico venia a disputarle a El Ideal sus días de salida (martas, jueves y sábados), razón de más para que este trisemanario recibiera de uñas a Revillo.

 

Las tripas del periódico

Cada número incluía artículas doctrinales, jurisprudencia canónica sección agrícola; crónica general, provincial y local; noticias eclesiásticas, revistas científicas, hojas literarias e información telegráfica primero de "Mencheta" y, a partir de 1912 suministrada por "Prensa Asociada", la agencia de El Debate. En 1909, el propio Revillo inaugura la sección en verso "Nota del dia" sobre actualidad local, muy jugosa y ocurrente; posteriormente, a partir de 1912, publica unas "Siluetas Astorganas", también en verso, coleccionadas más tarde en libro. Son semblanzas rimadas —entre 10 y 20 versos— de personas y personajes astorganos, en las que se mezcla la ironía, la caricatura y la adivinanza. A este género hay que sumar los "Carrasceles" navideños, que bien podríamos llamar "ripios municipales".

La inclusión de versos, aun ripiosos, abrió el periódico a las colaboraciones de tipo literario e histórico. Pronto publicó El Pensamiento Astorgano hojas literarias, folletones, cuentos del jueves, página gedeónica, sección poética. Y también numerosos extra dedicados a ilustres personalidades de la vida local, así como a acontecimientos señalados (la entrada de los obispos, el centenario de Los Sitios, las fiestas y la semana santa), en todos los cuales se reproducían fotograbados y exuberantes orlas, alguna de ellas dibujada por Demetrio Monteserin.

Esta dimensión literaria de El Pensamiento explica el interés de su director, de sus directores, por fichar firmas de campanillas, por lo menos de campanillas locales. He aquí algunos nombres: Sebastián Risco, Marcelo Macías, José Maria Goy, Antolin López Peláez, Santiago Alonso Garrote, Eduardo Aragón, Concha Espina, Isaac Martin Granizo, Pompeyo Pérez, José Cabezas, Germán Gullón, Laurentius, Vatemar, Luis Alonso Luengo, Lorenzo López Sancho, Juan Carlos Villacorta, Leopoldo Panero, Augusto Quintana, Juan Pedro Vera Camacho, Lorenzo Martínez Juárez, José Maria Luengo, Esteban Carro Celada. Y un largo etcétera.

La polémica formaba parte de la vida de los periódicos de Astorga y no fue en esto una excepción el de Magín Revillo, cuyas "Notas del día" soliviantaban a menudo a los más suspicaces. No era, sin embargo, un polemista agrio, ni siquiera cáustico, su estilo critico presentaba un adobo de socarronería, indirecta, noble arremetida, salero y disconformidad benevolente. Trató de no buscarse enemistades con el periódico; todo lo contrario, sus notas de sociedad daban la medida de una vecindad donde se casaban distinguidas o simpáticas señoritas con apuestos galanes y se les deseaba eterna luna de miel, donde nacían preciosos niños, se acababan siempre brillantemente los estudios, tomaban posesión de su destino bizarros militares, pronunciaban sentidas pláticas los clérigos y abría un negocio un prestigioso industrial de esta plaza. Las relaciones con los periódicos eran otra cosa. No pasaban de ser colegas a quienes se criticaba más por razones de competencia empresarial o por diferencias ideológicas que por enemistad.

 

Informar, lo primero

Ni que decir tiene que El Pensamiento Astorgano buscó también una proyección informativa diocesana; tan es así que en algún momento llegó a colocar bajo su cabecera este lema publicitario: "El de mayor circulación de la diócesis. Por supuesto su red de corresponsales, sacerdotes amigos del director, cubría con creces los puntos estratégicos de la circunscripción diocesana. Hubo corresponsales de "Ecos diocesanos" en Villardeciervos, Santa Marina del Rey, Brime de Urz, Santa Colomba de Somoza, Bembibre, Fornela, Santibáñez de Vidriales, La Bañeza, Ponferrada, Villares de Orbigo, Puebla de Sanabria, Toreno y Barco de Valdeorras.

Todo hay que decirlo, buena parte de la actualidad local consistía en los propios periódicos, en el intercambio de sus misivas. La realidad astorgana no daba para tantas publicaciones simultáneas. Era, pues, de vida o muerte alcanzar la noticia el primero, granjearse a los filtradores o ganarse la amistad de algún cajista. En una palabra, seguir con estrecha vigilancia lo que iban a decir los otros periódicos, como hacía Magín con El Regional, por los años 1906 al 1909, aprovechándose de que este periódico se tiraba en la misma imprenta que El Pensamiento. Otras veces lo que funcionaba era la tijera, fórmula consistente en repetir con parecida redacción lo que hubieren dicho los colegas el día anterior. La fortuna del pisotón iba por barrios y por amistades y Magín Revillo las cultivaba muy influyentes: por ejemplo, los prelados o los contertulios de la rebotica de Paulino Alonso Lorenzana.

Dicharachero, ingenioso y socarrón, logró un estilo periodístico breve, de gran olfato y agudos chispazos que hacia las delicias de los lectores. De sus cualidades profesionales habla bien claro el que Manuel Gullón, gobernador general de las Islas Filipinas, quisiera llevarlo como director del Diario de Manila o le propusiese ser redactor jefe de La Época de Madrid, puestos que no aceptó quizá por no abandonar su pueblo y su Pensamiento Astorgano, que era para él pensamiento y "pasatiempo, como burlescamente lo apodó El Combate por los años de la República.

Su trabajo mereció los honores de la medalla de plata al Mérito en el Trabajo, y su astorganismo el nombramiento de hijo predilecto de Astorga, acordado por la corporación municipal "en reconocimiento a los méritos que en él concurren muy especialmente por su constante y destacaba labor en defensa de los intereses de todo orden de Astorga, como director de El Pensamiento Astorgano" (El Pensamiento, 18 marzo de 1944).

 

Magín, el hijo de Magín

Murió este primer Magín de la saga el 7 de abril de 1946. Habla muerto el fundador de El Pensamiento Astorgano, pero no el periódico. Su hijo Magín, que ya para entonces habla protagonizado varias aventuras periodísticas astorganas, tomaba el relevo.

Había nacido entre chibaletes y platinas, le resultaba tan familiar el papel y el olor a tinta que cuando se responsabilizó de El Pensamiento heredó también aquel cuarto de redacción de la calle de Postas. Habla repartido el periódico de chaval, era amigo de los cajistas Mariano Celada y Luis Alvarez El músico, y de los maquinistas. Ya habla dado pruebas de afilados ripios y se habla acostumbrado a la necesaria humildad de escribir mucho periódico sin la gratificación de la firma. Sabía lo que traía entre manos al tomar las riendas, habla escrito muchos cíceros de letra impresa.

En la práctica, desde años atrás, llevaba la máquina informativa de El Pensamiento bajo la tutela de su padre que le había mostrado las fuentes de la noticia y los arsenales de la publicidad y le había adiestrado a no crear enemigos, a cultivar con donaire la nota de sociedad, a reclamar en el registro civil la lista de nacimientos, bodas y defunciones, porque esa información, en una ciudad como Astorga y en prensa de andar por casa, era imprescindible. Por heredar, Magín Revillo heredó de su padre Magín la virtud de la cortesía profesional, el dardo oportuno, el astorganismo a ultranza, el don de la ubicuidad para asistir a los hechos y al mentidero, el olfato para la noticia y una sabrosa guasa salpicada de chascarrillos y de desenvoltura léxica.

El estreno periodístico de Magín Revillo se remonta a los primeros pasos de El Pensamiento cuando el trisemanario contaba cinco años de edad y el periodistilla era un jovenzuelo. El mismo lo contó a Diario de León con motivo de los 70 años del periódico: "Hice un reportaje de la peregrinación de la Virgen del Castro. Fue cuando vi por primera vez mi nombre bajo un artículo". Este fue su bautismo, mas no sin antes haber jugueteado con corondeles, plecas, tipos y haber empastelado más de una columna del periódico. Después vinieron sus crónicas municipales firmadas por "Veleta", en las que llegó a relatar las destemplanzas de los ediles de entonces y sus politiqueos. Hubo tantas protestas de la Casona que el director tuvo que llamar al orden a su hijo y fiscalizar en adelante sus vehementes escritos, pues el asunto iba de amenazas de suspensión.

 

El Fresco y Astúrica

En el verano de 1916 Magín Revillo, que presumía de 22 años, formó parte del mocerío fundador de El Fresco, "un semanario festivo diabólico y de temporada" que vela el sol los domingos, se vendía a cinco céntimos el número fresco y a 10 el "número inculto o atrasado". Sus "bichos", vulgarmente números, llevaban "franqueo desconcertado" y proclamaban que "nadie nos censura (que sepamos)". Veintiséis bichos soltaron entre los veranos del 16 (Imprenta Sierra) y del 17 (Imprenta de Nicesio Fidalgo) coincidiendo con el bienio del diario Región Maragata.

En la cabecera de El Fresco se decia sibilinamente "hay un director", que no era otro que Sebastián Risco Macías. El peso de la redacción anónima lo llevaba Revillo, quien además se jugaba el tipo en cada número, enfundado en el seudónimo de "Don Natalio" con el que firmaba las "municipalerías", unas salerosas crónicas que tenían la habilidad de embestir con gracia contra los desmanes que se urdían en el consistorio. Revillo, sin duda, se desquitaba en El Fresco de las cautelas a que se vela obligado en El Pensamiento.

Los fresquistas, Revillo entre ellos, volvieron a probar fortuna con otra revista. Si El Fresco, masculino de nombre, traía ímpetus de bicho agresivo, la nueva publicación, aparecida en el verano de 1919 se llamaba Astórica y era un buen ejemplo de revista local del corazón, en la que los redactores, enamoradizos, se decidieron por un estilo de periodismo galanteador y fisgón. La imagen tipográfica que daba era una verdadera exhibición del utillaje decorativo de la imprenta litográfica de Sierra. Tenía asomos del modernismo en boga en su portada, dibujada por Monteserin, grecas, óvalos, cabeceras de sección y un porte distinguido.

Astórica salía los domingos con 10 páginas y tres preocupaciones: "Juventud, Letras, Feminismo". A Magín Revillo le tocó en suerte otra vez, por razones de tradición familiar, cubrir huecos, preparar el original para la imprenta y, sobre todo, escribir la serie "Del rico vergel femenino", en la que se entrevistaba a las chicas astorganas. "Querubin", que así firmaba el reportero, acosaba a la elegido con preguntas indiscretas ("¿Recuerdas a quién diste las primeras calabazas?") y consignaba todo lo hablado, aún aquello que la interrogada respondía en apartes ("Pero no digas eso, ¿eh?").

Por estas fechas Magín Revillo se hallaba en todas las iniciativas culturales astorganas, navegaba en el mismo barco que Risco, Pepe Aragón, Gonzalo Goy, Leovigildo Blanco alias "Paganini". Precisamente con estos dos últimos se asoció en cooperativa creadora.

Estrenaron en el Casino una "humorada de Inocentes" que se bautizó con el nombre de La Estufa, seudónimo antitético de El Fresco, cuya historia está muy vinculada con la aventura periodística astorgana de la época y en especial con los fresquistas. Además "Paganini" y Revillo escribieron unas cuantas canciones y cuplés que obtuvieron gran éxito en Astorga y en muchos cafetines de Madrid. Entre ellos "Laureles de tragedia", "Murió Granero", "Su Majestad, el Fútbol", "Flor de Alejandría" y "Las dietas traen cola". Magín continuaba así la vena versificadora de su padre, quien en una ocasión, amén de sus Siluetas y Notas, se había tirado al coleto la versificación de un número entero de El Pensamiento, contando la inauguración del edificio del Circulo Católico de Obreros.

 

Sobre todo, periodista

Fue Magín juez municipal, fundador y director de la Escuela de Maestría Industrial de Astorga, gerente de los cines del Circulo Católico, Gullón y Velasco, agente de la compañía de seguros La Unión y el Fénix Español, pero según él mismo confesaba "por encima de todo periodista". Lo malo es que el periodismo nunca da para vivir y, así, hay que hacerse, además, asegurador de la vida y hacienda de los astorganos. Y aún más, su conocimiento de la vida local le hizo acreedor a que un alcalde quisiera cometer la alcaldada de nombrarle concejal, cargo que Revillo rechazó por considerarlo incompatible con su profesión periodística. El alcalde encajó tan mal la negativa que le impuso una multa por desacato.

El propio Magín Revillo llegó a contar un buen número de roces con alcaldes astorganos (El Pensamiento, 5 oct. 1976) y la historia de aquel encierro cuaresmal de 40 días y 40 noches en las mazmorras de la prisión de San Marcos por defender a un alcalde de Astorga de las intemperancias del gobernador civil.

Conoció los momentos difíciles del periódico durante la dirección de su padre o la carestía del papel que obligaba a la disyuntiva de aumentar el precio de la suscripción lo reducir el tamaño. Y, en efecto, si contemplamos en una estantería la colección de El Pensamiento Astorgano podremos apreciar esos vaivenes que obedecen unas veces al cupo de papel y otras a exigencias de las máquinas en que hubo de tirarse el periódico. Los efectos de la censura, las multas, las incomparecencias por razones laborales, la suspensión política —del 10 al 27 de agosto de 1932— como consecuencia del fracasado golpe de Estado del general Sanjurjo y el cambio temporal del nombre de El Pensamiento por el de El Noticiero.

Con Magín Revillo hijo no hubo cambios de ritmo en El Pensamento Astorgano, ni rebajas en los objetivos informativos y de servicio a los astorganos. Tomó el relevo y corrió su largo tramo con la misma ilusión que su padre, apoyó muchas vocaciones periodísticas, vivió momentos de reconocimiento y de alborotada polémica. El jueves, 4 de febrero de 1954 (N.° 7.510) festeja El Pensamiento Astorgano sus bodas de oro. Con este motivo Magín recibe un telegrama del prosecretario del Vaticano, monseñor Montini, una carta de felicitación del director general de Prensa y otra de P. V. Casares, párroco de Morisca, al parecer el más antiguo suscriptor del periódico. El director acudió ese mismo día a "cumplimentar" al obispo y a "renovarle la más inquebrantable sumisión a la jerarquía eclesiástica".

Por aquellos años se desató en Astorga, entre El Pensamiento y La Luz, la más alta polémica que vieron los siglos. "Fotófilo", seudónimo de Ernesto Fidalgo Rodríguez, director de La Luz de Astorga, puso en solfa en uno de sus comentarios habituales la venerabilidad e importacia de la Celda de las Emparedadas: poco se perdía con destruirla al igual que la iglesia de Santa Marta, en cuyos solares se podia urbanizar una plaza que diera vistosidad a la catedral. Aquello le sonó al Pensamiento como caballo en cacharrería, de tal modo que a sus páginas empezaron a afluir colaboraciones de C. Cadenas, José María Luengo, Laurentius y Luis Alonso Luengo. Se armó la tremolina porque "Fotófilo" respondía con vehemencia desmitificadora empleando a tope su caja de los truenos y su prosa más vivaz. Fue esta la diatriba más estruendosa que protagonizaron los entonces únicos trisemanarios astorganos.

 

Setenta años de periódico

Se tiraba por estos años El Pensamiento —conviene recordarlo— en la imprenta de Sierra. No habla problemas de redacción pues Magín Revillo se las arreglaba solito para sacar el periódico, husmear noticias, redactarlas y prestar oído atento al "Parte" de Radio Nacional para cerrar la "Última Hora" con unas gacetillas sobre lo que ocurría en el mundo y en España (para algo le debieron valer aquellos rudimentos de taquigrafía que aprendió en el Colegio de los Hermanos de La Salle). Pero sí hubo dificultades con la imprenta astorgana y posteriormente con una de León. "Fue entonces —ha contado Revillo en unos "Ligeros apuntes para mis memorias" (El Pensamiento, 5 de oct. 1976)— cuando media docena de amigos y beneméritos astorganos, encabezados por el ilustre prelado don Marcelo González, afrontaron la generosa empresa (...) de financiar la puesta a punto de los viejos talleres tipográficos en los que se editó El Pensamiento hasta que se verificó su traspaso a Industrias Cornejo."

Años después, en agosto de 1966, conmemora El Pensamiento el centenario de su fundador con artículos de evocación. En aquella fecha llevaba Magín Revillo dos años como director de La Luz y El Pensamiento, ambos, sin embargo, propiedad de Industrias Cornejo.

En 1974 cumple El Pensamiento Astorgano sus 70 años. Se festeja el acontecimiento con un número extraordinario en el que no falta la colaboración de Juan María Revillo (J. Airam) —continuador de la saga— quien venía, desde hacía años, escribiendo la columna "Cosas de aquí", por la que desfilaron muchas iniciativas, críticas, aplausos y proyectos astorganos. Para Airam aquél era el aniversario de "lo que bien puedo llamar mi escuela". Se recibieron telegramas del ministro de Información, Pio Cabanillas, y del director general de Coordinación Informativa, Manuel Jiménez Quílez.

Por estas fechas el periódico se componía de las siguientes secciones: Antena de Madrid, Revista de los tribunales, Cosas de aquí, Información local y provincial, Última hora, Panorama económico y Crónica agrícola, eso sin contar las colaboraciones que interrnitentemente le llegaban y la indispensable publicidad.

 

Director honorario

Magín se despide con un "Hasta siempre" el 27 de junio de 1974. Le había llegado el tiempo de su jubilación. Entran, a partir de ahí, El Pensamiento Astorgano y La Laz de Astorga, con Cornejo de editor, en una fase que quiso ser de consolidación, pero que acabó en ajetreo y en desaparición temporal.

Se constituyó primero, en la tarde del 10 de enero de 1975, la sociedad "Editorial Luz y Pensamiento, S. A.", cuya presidencia del consejo de administración ostentó Enrique Martínez Cornejo. Se hicieron las oportunas gestiones para buscar una persona que dirigiera las dos cabeceras. Fue elegido el joven periodista asturiano Silverio de Legorburu, quien tomó posesión el 12 de mayo de 1975. Meses más tarde la "Editorial Luz y Pensamiento" cambia de propietario y pasa a ocupar la presidencia del consejo de administración Felipe García Alonso, accionista mayoritario, pero se siguen tirando los periódicos en Cornejo hasta el 13 de abril de 1976 en que por falta de entendimiento entre la editorial y la imprenta se interrumpe la publicación de ambos títulos.

Cuatro meses sufrió Astorga la orfandad de sus periódicos. El día 14 de agosto de 1976, bajo la dirección de Legorburu e impreso con las galas técnicas de Diario de León continuaba El Pensamiento su andadura (Nº 10.764) con ocho páginas, muy bien ilustrado y maquetado. Trece dias después entra de nuevo en escena, de manera simbólica, Magín Revillo como director honorario de El Pensamiento Astorgano. Al siguiente número (31 de agosto) aparece su nombre en la mancheta junto al del director, que a partir del 2 de septiembre iba a ser Paulino Sutil.

El encarecimiento progresivo del periódico y las diferencias entre la empresa editora y la imprenta acabaron por no hacerlo rentable. El Pensamiento Astorgano dejó de publicarse el 27 de julio de 1979, aunque su último número, ya descolgado, apareció con motivo de las fiestas de agosto de aquel año.

A las pocas semanas la Junta de Fundadores de la editorial está realizando gestiones para la reaparición, pero ya no se llamará El Pensamiento Astorgano, sino El Faro Astorgano el nuevo periódico. Magín, a todo esto, no se retiró nunca de la información astorgana, la seguía, la suministraba, era la fuente bien informada, el oportuno sugeridor del eco de sociedad que ignoraban los jóvenes periodistas de El Faro.

Con su muerte, ocurrida el 26 de junio de 1983, Astorga perdía a "un patriarca del periodismo astorgano". En vida había recibido muchos galardones: el Premio Bravo de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, la medalla de plata al Mérito en el Trabajo y el Premio "Faro Astorgano". Astórica le debía el homenaje de esta evocación.

José Antonio CARRO CELADA

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